Durante más de cuatro siglos, la capital de Lanzarote fue la Villa de Teguise. Este hecho propició la concentración en ella de los principales edificios civiles y religiosos, como era costumbre en el Antiguo Régimen. El traspaso de la capitalidad a Arrecife en la primera mitad del siglo XIX coartó un futuro crecimiento de la Villa pero permitió la conservación, salvo casos muy excepcionales, de un significativo conjunto monumental que permanece como testigo de la relevancia que tuvo la antigua capital.
Uno de ellos es el antiguo convento de San Francisco creado en el siglo XVI. Sancho Herrera el Viejo, señor de la isla, había dejado estipulado en su testamento de 1534 la creación de un monasterio de frailes franciscanos en el lugar de Famara, pero este mandato nunca se llegó a cumplir. Se tuvo que esperar hasta finales de siglo cuando, gracias a la intervención de Argote de Molina casado con una hija bastarda del Marqués de Lanzarote, se construyeron los cimientos del nuevo convento en la villa de Teguise en 1588, finalizando las obras en apenas dos años.
Durante la invasión de Morato Arráez de 1618, el convento fue asolado y quemado por los piratas y tuvo que ser reconstruido. El convento estaba compuesto por dos partes: por un lado, la iglesia dedicada a Nuestra Señora de Miraflores, cuyo edificio se conserva aún en la actualidad; por otro lado, las dependencias monacales, que se situaban a la izquierda del complejo. Durante casi siglo y medio, y hasta la construcción del convento dominico, fue el único recinto conventual de la isla. La iglesia se convirtió en el panteón de la familia Herrera, los señores de la isla, pues así fue establecido en una escritura entre Argote de Molina y los fundadores del convento.
En la primera mitad del siglo XIX, y debido al proceso desamortizador, la zona conventual pasó a manos particulares por lo que sólo se conservan pequeños restos del claustro primitivo. En cambio, sí que se mantiene la iglesia que custodia uno de los techos mudéjares más importantes de Lanzarote.
En la actualidad, el antaño recinto religioso se ha reconvertido en el Museo de Arte Sacro, en el que se muestran relevantes elementos originales como los retablos barrocos dedicados a Nuestra Señora de Miraflores, entre otros, y uno de los tres retablos de cantería que se conservan en la isla. Junto a ellos podemos encontrar muestras del patrimonio histórico y artístico de Lanzarote de la Edad Moderna. Constituye una de las ofertas más interesantes e ineludibles en una visita a Teguise.
Para saber más:
Teguise. Conjunto Histórico-Artístico.