Ataques ingleses en Lanzarote en el siglo XVI

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Durante el siglo XVI fue frecuente la presencia de piratas y corsarios en las aguas del archipiélago canario, tanto que la navegación marítima se convirtió en una aventura de la que no siempre se salía con buen pie. Generalmente, se trataba de ataques a embarcaciones y, en muy raras ocasiones, de algún desembarco para realizar aguadas. Esta situación cambió en las últimas décadas de esa centuria. Como respuesta a los asaltos que el señor de Lanzarote realizaba en la costa de Berbería, los turcos decidieron atacar la isla y así lo hicieron en varias ocasiones. A su favor jugaba que las islas orientales, Lanzarote y Fuerteventura, se hallan muy cerca de la costa africana y estaban muy pobremente pobladas y defendidas, por lo que eran víctimas propicias para ello.

Cañones de embarcaciones

Sin embargo, no fueron los únicos ya que las difíciles relaciones entre Inglaterra y España van a provocar el paso de corsarios de aquella nación por las islas. Ya en 1593, dos navíos corsarios desembarcaron por Arrecife para hacerse con un navío portugués que se encontraba en el puerto, pero la rápida respuesta de sus habitantes hizo que capturasen a varios marineros ingleses. Pocos meses después otra armadilla inglesa intentó hacerse con un navío español, recibiendo la misma réplica ante lo cual huyeron en desbandada.

No obstante, el ataque inglés más importante se produjo en 1598 al poco tiempo de haber fallecido el primer marqués de Lanzarote. En abril de ese año, llegó a la isla una escuadra de dieciocho embarcaciones al mando del conde de Cumberland. Tras fondear en el puerto de Naos, y pensando que el marqués era un rico potentado, desembarcaron y muy pronto una columna de 500 a 600 arcabuceros se dirigió a Teguise. En el camino, los lanzaroteños realizaron su táctica habitual de escaramuzas y emboscadas que, si bien no impidió el avance, logró retrasarlo de manera que cuando llegaron a la villa ésta se hallaba abandonada, habiendo huido sus pobladores a las cuevas y el castillo de Guanapay.

Castillo de Guanapay con Teguise a sus pies

Los defensores del castillo acabaron abandonándolo ante las fuerzas bien armadas de los ingleses que se apoderaron de las piezas de artillería. El conde de Cumberland permaneció ocho días como señor de Teguise en los cuales los ingleses se dedicaron a saquear la villa y sus alrededores en una orgía general debido a una partida abundante de vino malvasía que encontraron y de la que se llevaron ciento cincuenta pipas.

El 21 de abril Cumberland evacuó la villa tras un minucioso saqueo llevándose los doce cañones de Guanapay, las campanas de la iglesia, las pipas de vino y numerosos objetos de valor. De esta manera, Lanzarote finalizó el siglo XVI con una nueva invasión que dejaba a la isla nuevamente sumida en la miseria; el lado positivo es que los ingleses, a diferencia de los turcos, no se llevaron cautivos para su posterior rescate pues no eran de su interés.

Para saber más:

RUMEU DE ARMAS, Antonio: Canarias y el Atlántico. Piraterías y ataques navales. Madrid-Las Palmas, 1991.

Fotografía: Ramón Pérez Niz.