Resulta increíble que hasta la fecha no hayamos dedicado una entrada a uno de los monumentos histórico-artísticos más relevantes de la antigual capital insular, Teguise, y por ende de Lanzarote: la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.
La primitiva iglesia parroquial fue construida en la primera mitad del siglo XV al tiempo que Teguise se convirtió en la capital insular y se hizo imprescindible contar con una iglesia en la que sus habitantes pudiesen acudir a los servicios religiosos. En 1445 ya aparece edificada bajo la advocación de Santa María; seguramente se trataría de una construcción sencilla, algo más que una ermita pero sin llegar a ser aún un edificio de relevancia arquitectónica.
Esta primera edificación fue arrasada en la invasión de Morato de 1586 con lo que se dedicaron algunos esfuerzos a su reedificación. En ella, los berberiscos se llevaron a Argel la imagen de la patrona, Nuestra Señora de Guadalupe, cuya cabeza volvió a la isla merced a una vecina de la isla que fue rescatada y retornó a Lanzarote con ella. Sin embargo, diez años después, el templo era tan humilde que no tenía ventanas, no existía ninguna separación para el coro y los asientos eran unos poyos de piedra adosados a las paredes que corrían hacia el altar. En la última gran invasión turca, la de Solimán de 1618, la iglesia volvió a ser quemada por aquellos.
Se hacía imprescindible, pues, la construcción de un nuevo templo que pudo llevarse a cabo gracias a la favorable coyuntura económica de la isla de entonces. Es precisamente en el siglo XVII y con esta reconstrucción cuando se consolidó como templo litúrgico al edificarse con tres naves y una torre de tres cuerpos, con la curiosidad de que la entrada principal al mismo se encuentra en el lateral derecho.
En 1909, la iglesia sufrió un impresionante incendio que la destruyó casi por completo, conservando únicamente la estructura externa. Gracias a las limosnas del pueblo fue rápidamente reconstruida y fue bendecida por el obispo Marquina en 1914.
En esta reconstrucción se añadió un prisma más a la torre, de manera que se destacase aún más del horizonte de la villa, y se eliminaron los elementos de madera por lo que la techumbre artesonada fue sustituida por bóvedas de medio punto de mampostería, igual que los retablos con un estilo ecléctico.
Desde entonces, la torre de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe se ha convertido en la vigía de la villa de Teguise, un elemento para avistar y ser avistado desde la lejanía y constituir un punto de referencia para cualquier visitante, destacando por encima de cualquier otro edificio de la villa.
Para saber más:
Teguise, Conjunto Histórico-Artístico. Teguise, 1995.
Nota: Las imágenes antiguas son propiedad de la Fedac.