Mujeres y artistas: Las Spínola Bethencourt

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Si echan un rápido vistazo a las entradas de este blog se darán cuenta de que apenas hemos dedicado alguna que otra a las mujeres de esta isla. Y es que hasta hace bien poco, y diría que en algunos aspectos hasta la actualidad, aquellas quedaban subordinadas a los hombres; con la salvedad de féminas que destacaban por su fuerte carácter que las hacían sobresalir, la mayoría quedaban relegadas a un segundo plano, máxime si tenemos en cuenta que la Historia la escribían los hombres.

Sin embargo, hoy vamos a recuperar a dos de ellas que además de mujeres adelantadas a su tiempo, el siglo XIX, destacaron por su nivel artístico. Se trata de las hermanas Francisca y María Rosa Spínola Bethencourt, que vivieron en una familia de artistas lanzaroteños de relumbrón destacando sus hermanos Francisco (imaginero), Domingo (escultor y pintor) y Manuel y Melquíades (músicos), lo que nos permite tener una idea del ambiente en el que ambas se educaron.

Francisca fue la artista más destacada de la familia. En compañía de su hermana viajó a Génova desde donde se trajo cuadros italianos y cuya experiencia debió dejar impronta en sus conocimientos. Casó con el abogado mallorquín Rafael Cortés y pasó a vivir a Barcelona, donde realizó exposiciones pictóricas. No obstante, debió volver a Canarias pues participó en la Exposición Provincial, celebrada en Las Palmas en 1862, con tres composiciones de asunto sacro: Las llagas de San Francisco (acuarelas) y dos miniaturas que reproducían El Corazón de Jesús y Una Virgen, obteniendo por esta última una mención honorífica del jurado al igual que con una acuarela titulada Un paisaje.

Su larga vida que recorrió prácticamente todo el siglo XIX le permitió ejercer su actividad pictórica en diversos lugares de Lanzarote y Gran Canaria. Así, sabemos que pintó el cuadro Cabezas de querubines, fragmento de una pintura que decoraba el presbiterio de la extinguida ermita de la Luz en Las Palmas; y también pintó grupos de cabezas de angelillos entre nubes en el presbiterio de la iglesia de San Marcial de Femés. Asimismo, pintó el lienzo del Sagrado Corazón de Jesús ubicado en la ermita del mismo nombre en Tegoyo (Lanzarote). Aunque la mayoría de su obra pictórica se centró en la temática religiosa, también realizó retratos, principalmente de su entorno familiar como los de sus padres Manuel Spínola, el Retrato de Juliana Spínola Bethencourt, su hermana, o el de su cuñado Rafael Pedro Vega y Suárez Carreño.

El recorrido artístico de su hermana Rosa María Spínola fue menor aunque ésta ampliase sus inquietudes artísticas tanto al mundo de la pintura como el de la escultura. A ella se le reconoce la autoría del lienzo del Corazón de Jesús, colocado en 1863 en la iglesia de Guadalupe en el retablo del mismo nombre.

No fueron las únicas mujeres con inquietudes artísticas de esta familia. La hermana mayor de ambas, Dominga, escribió varias obras de teatro como Los compadres de Rubicón o El hallazgo. Catalina de Vega Spínola, sobrina de las tres hermanas mencionadas, también participó en la Exposición Provincial de Las Palmas de 1862 con cuatro dibujos a lápiz. Y la sobrina-nieta de Francisca y María Rosa Spínola, Esperanza Spínola Ramírez, se interesó por todas las manifestaciones culturales, sobre todo las derivadas del mundo del teatro y la pintura, llegando a formar un grupo teatral en su localidad natal. Toda una saga de mujeres polifacéticas en un mundo dominado por el hombre.

Para saber más:

HERNÁNDEZ SOCORRO, María de los Reyes [et al.]: El despertar de la cultura en la época contemporánea. Artistas y manifestaciones culturales del siglo XIX en Canarias. Sta. Cruz de Tenerife, Las Palmas de GC, 2008.